lunes, 17 de agosto de 2015

Comer en el Perdigon de Zamora a traves de mis gafas

Cada vez que hablábamos de comidas típicas de un lugar, Julián nos decía que para comer bien y en un sitio de lo más tipico y original nada como El Perdigón de Zamora, tanto Miguel como yo teníamos ganas de ir algún fin de semana ya que mi hija y Juan tenian mucho interés de conocer Zamora, de oirnos a nosotros las veces que ibamos, así que aprovechamos un fin de semana que sabíamos que Julián y Mari estaban en Zamora pasando unos días, los llamamos por teléfono para decirles que iríamos aquel fin de semana para que mi hija y Juan vieran algo de Zamora y por la noche iríamos al Perdigón a cenar. 
Julián y Mari son unos magnificos anfitriones y les gusta recibir en su casa, por lo que les encanto la idea de que por fin fuéramos a cenar al Perdigon; nos pidieron que pasáramos a recoger, en Sevilla, a su hija Ana que también quería venir, después de hacerlo emprendimos la marcha a Zamora muy temprano, cuando llegamos se fueron todos a recorrer Zamora y yo me quedé con Mari que estaba preparando para almorzar unas ricas sopas castellanas que sabia que Miguel y yo nos chupábamos los dedos cuando las hacía.
Al anochecer nos arreglamos y salimos para El Perdigón, que es un pequeño pueblo de Zamora, conocido por sus famosas bodegas donde almacenan los riquisimos caldos de la tierra, tanto los de la Ribera del Duero como los ricos tintos de Toro. Estas bodegas estan excavadas a 12m, bajo tierra y tienen la temperatura que les va bien a estos vinos. Con el tiempo algunas de estas bodegas fueron remodeladas como restaurantes.
Cuando llegamos lo que yo vi era un sitio con algunos restaurantes, pero Julián nos llevó a un lugar en el que habían algunas casetas pequeñas separadas unas de otras, estas casetas tenían puertas, Julián abrió una de ellas y vimos un agujero amplio en el suelo, nos dijo que teníamos que bajar por unas rústicas escaleras que se veían, Julián es muy 
CASETA
bromista y yo crei que bajar por allí era una broma suya, pero él empezó a bajar y los demas lo seguimos, bajamos 48 peldaños que yo bajé pegada a un muro y cogida a una soga que hacía las veces de pasamanos.
Al llegar al suelo había un espacio bastante amplio con un mostrador que era la barra donde servían vinos y tapas, más adelante habia cuevas, unas más grandes que otras, en las más pequeñas había candelas de leñas encendidas para hacer las carnes y los pescados a la brasa, las cuevas más amplias eran los comedores, las mesas estaban perfectamente preparadas con todo el servicio necesario para los comensales, los manteles eran de tela y todo estaba iluminado con bombillas porque estábamos a 12m bajo tierra donde ,por cierto, hacía una temperatura ideal, los comedores tenían las paredes y el techo forrados con ladrillos que le daban un aspecto rústico pero agradable. Estuvimos muy bien servidos por los camareros que lo 1º que nos trajeron fue unas enormes bandejas con los riquísimos chorizos de Zamora a la brasa que venian chisporroteando y unas tentadoras hogazas de pan. De 2º trajeron bandejas con chuletillas de cordero y otras bandejas de costillas de cerdo, todo a la brasa, todos estos platos bien regados con los vinos de la tierra. De postre nos pusieron unas tablas, que pidió Julián, con seleccion de los riquísimos quesos de la tierra.
COMEDOR
Nos pusímos de verde y oro con aquellos asados de 1ª calidad y los ricos "caldos", a la hora de pagar Miguel, que había querido invitarnos a todos, se quedó boquiabierto de lo barata que le pareció la cuenta y Julián nos dijo que había querido darnos una sorpresa al llevarnos allí porque él sabía lo barato que era comer allí con productos tan buenos y sobre todo lo insólito del lugar, estuvimos de acuerdo con él , nunca habíamos comido tan confortablemente, en tan buena compañía y ¡¡¡a 12m, bajo tierra!!!.
Lo malo fue cuando tuvimos que subir los 48 peldaños para salir al exterior, después de lo que habíamos comido y bebido tuvimos que hacer algunas paraditas en los escalones.
Las veces que hemos comentado esta cena tan especial, Julián nos cuenta que actualmente estas bodegas se han puesto de moda de tal manera que todo el que va a Zamora pregunta por El Perdigón donde ahora hay que reservar mesa. Desde luego merece la pena ir.
OTRO COMEDOR




2 comentarios:

  1. Toda una experiencia, amiga, y un lujo comer en ese sitio que tan bien describes. Asado y buenos vinos, qué envidia para los comilones como yo. Saludos.

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  2. A Miguel también le gusta el buen "yantar" y aquí también tenemos nuestro sitio de ponernos "moraos" seguro que tu lo conoces,es en una antigua bodega, ahora restaurante, a la entrada de La Palma del Condado, se llama "El Chocaito" y se come a base de mariscos y pescados de Huelva y no es demasiado caro, de hecho la Comunión de mi nieta se celebró allí, nosotros vamos unas veces con Julián y Mari y otras con mi hija mi yerno y mis nietos, se come de lujo y no es demasiado caro, además regado con los "caldos" del Condado, te lo recomiendo

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