lunes, 2 de febrero de 2015

Museo Nacional de Esculturas de Valadolid a través de mis gafas

PORTADA DEL MUSEO
El Museo Nacional de Escultura de Valladolid se encuentra ubicado en el Colegio de San Gregorio. Ya desde la puerta tuve la impresión de que entraba en un gran Museo, no solo por las esculturas que pudiera encontrar, sino por el edificio en si mismo, a mi la portada me pareció " apabullante".
patio del colegio de san gregorio
El Colegio de San Gregorio fue construido en los años finales del S.XV y se encuentra dentro de una arquitectura que caracteriza esas décadas de transición entre lo medieval y lo moderno destacando, por encima de todo, el preciosismo de la copiosa ornamentación de su portada que se presenta en medio del paramento, absolutamente, liso como si fuera un tapiz independiente en cuyo desvarío decorativo se enredan figuras contemporáneas, santos y pontífices, alegorías, seres grotescos, hombres salvajes, el árbol de la vida y del sabery una repetida emblemática del poder. Ya digo¡¡apabullante!!.
El clímax interior está dominado por el gran patio central de planta cuadrada y dos alturas cuya riqueza, en el trabajo plateresco, constituye un tesoro de la arquitectura del periodo de los Reyes Católicos. La escalera que une las dos plantas se desarrolla en ambos tramos presentando una abundante decoración que exhibe el gusto por un arte de transición que va desde la tracería gótica de la balustrada, el almohadillado renacentista de los muros y un artesonado mudéjar con las iniciales de los Reyes Católicos. Este Colegio fue fundado como Universidad, de entonces, donde los estudiantes estaban internos.
CRISTO YACENTE

El día que fui a verlo, en horas de visita, cuando entré en aquel patio no había apenas nadie por lo que decidí verlo por mi cuenta, pensé que vería 1º la parte alta, me sorprendió ver que en el suelo de una estancia había un montón de esculturas en un desordenado orden, parecia una pequeña manifestación, al fondo había un señor que me miró sorprendido y se acercó mirando por encima de mi hombro como si esperara que alguien me acompañara, le saludé y le expliqué que iba sola me preguntó, amablemente, si había algo especial que quisiera ver, le hablé de Gregorio Fernández y sus Cristos yacentes, me dijo que lo que yo quería ver estaba abajo y se ofreció a enseñármelo. Nunca olvidaré a aquel señor que me dió una lección Magistral dándome detalles de la escultura de Gregorio Fernández que, según me dijo era heredero de la expresividad de Alonso Berruguete y Juan de Juni, me dijo que el realismo se apreciaba en la expresión de los rostros, manera de destacar las partes más significativas de sus obras y los elementos que añadía para aumentar la sensación de autenticidad.
El Cristo yacente que yo vi databa de1,627. Me gustó su policromía tan clara, el refinamiento de la sábana en la que está tumbado y el almohadón que sostiene su cabeza, tallado en madera policromada, que imita perfectamente los bordados. Todo esto me encantó, pero lo que realmente me impactó, que aún no lo he olvidado, fue las heridas resecas de las rodillas con unas postillas, tan reales, que parecían que de un momento a otro se iban a desprender; juro que si aquel señor no hubiera estado conmigo, yo le habría dado un poquito en esas postillas, estoy segura que se habrian desprendido.
Cuando esto que tanto me impactó se lo comenté a este señor, el me dijo que esos eran los elementos que él me había comentado que utilizaba Gregorio Fernández en sus obras para darles autenticidad, como podían ser ojos de cristal, dientes de marfil, coágulos de sangre simulados con corcho, lágrimas y sudor de resina; todo esto me lo iba señalando sobre el Cristo mientras yo lo escuchaba embobada.
Como ya empezaba  a haber más gente, este señor se despidió para atender a otras personas y yo seguí curioseando por mi cuenta ; recuerdo que me gustó mucho un busto de Santa Ana, obra de Juan de Juni, la expresión del rostro de la santa me llamó la atención, el gesto era serio sin embargo reflejaba una ternura que me gustó, como también me gustó una escultura de un fraile con capucha, por los pliegues del hábito, eran tan naturales que me negaba a creer que fuera de madera; aprovechando que estaba sola lo toqué: Era de madera.
 Ya fuera de aquel magnífico edificio me felicité por haber podido contemplar obras tan espléndidas en especial el Cristo yacente.

datos históricos wikipedia. imágenes internet

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